Le Corbusier: Mítico y real

En el 2015 se recordaron 50 años de la muerte del mítico artista, arquitecto y urbanista de las gafas negras redondas: Charles Édouard Jeanneret, alias ‘Le Corbusier’.

Le Corbusier (1887-1965) es uno de los padres de la arquitectura moderna y seguramente el arquitecto más influyente del siglo XX: el espíritu de su trabajo es citado aún por la mayoría de los arquitectos contemporáneos.

Las obras del genio franco-suizo recorrieron Europa (principalmente Francia), India y Estados Unidos a lo largo de su carrera de cinco décadas. Pero además de sus edificios, su legado se enriquece de teorías de planificación urbana y arquitectónicas. En urbanismo, reconoció la influencia del automóvil en el desarrollo metropolitano. Enfatizó la importancia de las viviendas (‘las máquinas para vivir’); por ello se preocupó del diseño de unidades habitacionales (unité d’habitation) en ciudades grandes como Marsella y Berlín.

Propuso los ‘5 puntos de la nueva arquitectura’ (1956), destacando el uso del hormigón armado: la vivienda sobre pilotes (permite la circulación de vehículos en la planta baja); la planta libre (la casa no requiere muros para sostenerse gracias a su estructura de hormigón). En vista de ello, la fachada también se libera y las ventanas pueden abarcar el ancho de la construcción (ventana horizontal).

Por último, la terraza-jardín: propone reponer la superficie ocupada de la naturaleza sobre la vivienda.

¿Qué otras ideas revoloteaban en su mente?, aquí diez datos que son poco o casi igual conocidos como sus contribuciones:

1. Su famosa frase “arquitectura o revolución” provenía de su creencia de que una arquitectura industrializada eficiente era la única manera de evitar una revolución de clases.

2. Le disgustaba el capitalismo, creía que el tamaño de una casa dependía del tamaño de la familia, no de su riqueza.

3. Pudo o no haber sido antisemita, pues dijo sobre los judíos, durante la ocupación nazi, que “su sed de dinero había podrido el país”, según el escritor Xavier de Jarcy (Le Corbusier, un fascismo francés).

4. Le fascinaba el cine y la fotografía. Poseía una cámara Kodak que luego reemplazó con la Cupido 80. Y sí, también se tomaba selfis.

5. El 27 agosto de 1965 fue a nadar al mar, cerca de su casa de verano en el sur de Francia, aunque su médico lo había prohibido. Más tarde, su cuerpo fue encontrado por bañistas, posiblemente habría sufrido un infarto. Su funeral se realizó en el Louvre.

6. Creía que el surgimiento de la era de las máquinas condujo a la sobreproducción, el despilfarro y la decadencia. Lo dijo en la conferencia titulada El gran desperdicio (1935).

7. Se dice que en 1929 viajó a Asunción desde Buenos Aires en un vuelo copilotado por el aeronauta Antoine de Saint-Exupéry, autor de El Principito.

8. La primera vez que pisó Nueva York remarcó que los rascacielos debían ser “enormes y mucho más separados entre sí”. También expresó: “Cien veces he pensado: Nueva York es una catástrofe. Y cincuenta veces: Nueva York es una bella catástrofe”.

9. Le dijo a la BBC en 1951: “Yo soy antiescuela. Voy a confesarles que me fui de la escuela a los 13 años porque las escuelas estaban demasiado apegadas al pasado, y eso no era divertido”.

10. El sobrenombre Le Corbusier, es una modificación al apellido de su abuela, Lecorbésier. En español e inglés se traduce como ‘el cuervo’. Escogió este seudónimo para firmar un manifesto. (I)

Espacio, luz y orden. Esas son las cosas que los hombres necesitan tanto como necesitan el pan o un lugar para dormir”.

Fuente: anothermag.com, swissinfo.ch, plataformaarquitectura.cl