Dolores, desde las fuentes

Por Clara Medina
13 de Diciembre de 2015

El libro Dolores Veintimilla, más allá de los mitos, un ensayo de reciente publicación (ve la luz con Sureditores) de la autoría de la abogada e investigadora ecuatoriana residente en Estados Unidos María Helena Barrera-Agarwal, es una obra pequeña en su extensión (144 páginas), pero gigante en su valía, por estar amparada en fuentes primarias, por el espíritu analítico y desmitificador y porque arroja nuevas luces sobre una mujer del siglo XIX de la que ha pervivido el lugar común.

Barrera-Agarwal, Premio Nacional de Literatura Aurelio Espinosa Pólit 2010, en el género ensayo, entrega esta nueva investigación, que muestra cómo la obra poética de Dolores ha sido modificada e intervenida a lo largo de los años. Al poema La noche y mi dolor, por ejemplo, se le aumentaron estrofas. A otros se los ha titulado, cuando originalmente la poeta los escribió sin título. La investigadora sostiene que este hecho difícilmente hubiera ocurrido con la poesía de un hombre, por lo cual ve en ello una actitud machista. Asimismo, se ha elucubrado y ficcionado sobre su muerte. La ensayista lo demuestra cotejando lo que se ha escrito y dicho con los documentos oficiales de la época, que incluyen declaraciones de testigos: la empleada de la poeta, los vecinos, los partes de autoridades.

En su intervención en el Congreso de Ecuatorianistas, en julio pasado en Quito, Barrera-Agarwal, quien trajo una ponencia sobre la poeta ecuatoriana, hablaba de la importancia de trabajar con fuentes primarias, porque estas arrojan datos certeros. Ha habido, en cambio, una cierta tendencia a citar lo ya citado y a no acudir a los documentos. Ella va a los documentos originales, los disecciona y de este modo encuentra explicación a hechos que de otro modo parecerían hasta misteriosos. Uno de esos misterios ha sido cómo el Conde de Lautréamont sabía de la existencia de Dolores. En su libro de 1870, este poeta hacía alusión al suicidio de la ecuatoriana. La explicación que halla Barrera-Agarwal es que probablemente Lautréamont leyó el ensayo que sobre Dolores publicó el peruano Ricardo Palma en 1861, cuatro años después de la muerte de la poetisa, en la que valoraba su producción. La mayoría de estudiosos hablan del ensayo de Palma, pero citan como fecha de publicación 1900 o 1906. El error está, dice la investigadora, en que en esos años se reeditó el ensayo, pero originalmente circuló en 1861.

También cita la importancia que tuvo Guayaquil para la difusión de la obra de la escritora, ciudad donde Dolores vivió por un tiempo e hizo amistades en los círculos intelectuales. Fue una de sus grandes amigas la que entregó los poemas de la escritora al ensayista peruano Ricardo Palma. Y fue un abogado guayaquileño quien, contratado por el viudo de la poeta, siguió el proceso canónico para lograr que los restos de Dolores sean retirados del lugar de los réprobos y sepultados de manera cristiana.

Dolores Veintimilla, más allá de los mitos es un libro que ayuda a entender de mejor manera el itinerario de esta poeta fundamental del siglo XIX ecuatoriano. (O)

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