Cambiar sí o sí

03 de Enero de 2016

Si su rutina o sus planes tienen que alterarse por algo o por alguien y esto realmente le molesta, el origen del descontento está en usted. Y también la solución.

Hay quien se guía por el refrán “Más vale malo conocido que bueno por conocer”. Lo que esto denota, afirman los especialistas, es miedo. Miedo a hacerse responsable de la propia vida, a costa de mantenerse en una situación que no crea salud emocional sino infelicidad.

“Solo se es víctima en la medida que uno no se permite optar por el cambio”, opina la terapeuta holística Verónica de Ycaza, mientras que la psicóloga clínica Linda Coronel Wong considera que no queda más alternativa que enfrentar las situaciones que nos desacomodan.

“La mayoría sirve para nuestro crecimiento espiritual, emocional o financiero”, dice la psicóloga. “La resistencia viene de saber que hay un riesgo, lo inesperado nos conmociona”. Pero en vez de invertir fuerzas en resistir, lo saludable es entrar a los procesos de cambio de manera voluntaria y consciente, encontrando la forma de acomodarse, “tener predisposición a aceptar nuevas ideas”.

¿Qué lo detiene?

Si se siente inseguro de dejar una opinión, una situación o una actitud, necesita darse un tiempo para conocerse, para encontrar el origen de aquello que lo detiene en algo que no le da contentamiento.

“Puede ser que pesen las expectativas ajenas o conceptos que interiorizamos para agradar a una persona, a un grupo o incluso a la divinidad”, dice De Ycaza. “Si ese es el caso, hay que recordar que se ama al otro como a uno mismo y no a costa de uno mismo”.

Pregúntese, ¿qué tanto me amo al permanecer en esta situación? ¿Estoy en equilibrio en el dar y recibir o no? ¿Siento que cumplo mi misión en esta vida o me estoy engañando con tal de no cambiar?, sugiere De Ycaza.

Un cambio implica autoconocimiento, reflexión y disciplina, educar la voluntad para no replicar conductas que no han aportado nada o que han contribuido a crear el bache actual. “Pero cuidado con hacer cambios por impulso. Hay que asumir la transformación. Saber hacia dónde queremos ir”.

El lenguaje del cambio

El consultor Jorge Cruz Bravo indica que, sobre todo en el campo laboral, hay que darse la oportunidad de tener opciones, e invita a recordar una fórmula sencilla: “Una opción no es decisión, dos opciones son un dilema”, pero tres o más permiten tomar resoluciones más libres.

Compromiso. “Solo se comprometen los que tienen confianza en sí mismos”, afirma Cruz, refiriéndose a los desafíos en el área profesional. “El que cree en sus aptitudes normalmente encuentra en su interior los recursos para superar las dificultades”.

Transformación. Una nueva dirección laboral involucra la transformación de la estrategia, los procesos, la tecnología y las personas, para asegurar la permanencia y trascendencia en un ambiente de negocios que es siempre cambiante.

Prioridades. No se puede esperar que un nuevo sistema operativo lo haga todo. “El cambio ocurre a través de las personas”, enfatiza Cruz, “y hay que conocer sus valores, sus creencias, sus comportamientos”.

Planificación. A veces las organizaciones deben conducirse según las oportunidades que se les presenten, pero hay instancias en las que el cambio es intencional y proyectado, y cuando eso se concreta, se produce el desarrollo.

Predisposición. Proyectar los cambios es esencial, porque en ese caso hay mayor control y probabilidades de éxito y crea una actitud favorable en los colaboradores. Cruz explica que “toda variación crea cierto grado de concienciación en las personas en cuanto a experiencias anteriores en situaciones similares. Si previamente hubo éxito, la predisposición de la gente tenderá a ser positiva”.

¿Cuál será su transformación en 2016? Coméntenos

Despídase de las quejas

“La queja no es válida para una opción de cambio. La queja es depositar en otro la responsabilidad de lo que yo vivo. Y el otro tal vez no puede cambiar, pero yo siempre puedo hacerlo”, señala De Ycaza.

La queja paraliza y quita energía. “Es mejor hablar claro, procurar una solución conjunta. Y si eso no es posible, aceptar la responsabilidad de tomar un camino diferente, pero sin quejarse”.

En vez de buscar motivos de lamento, es momento de mirar señales claras para emprender la mudanza. “Cuando usted lo ha intentado todo y no hay respuesta de la otra persona o del ambiente para crear algo mejor, cuando del otro lado no hay una intención positiva. Eso significa que usted está solo en su deseo de cambio y tiene el derecho de buscar lo mejor para sí. Lo correcto es expresar que se ha llegado a un límite”.

En la relación de pareja, el cambio es oportuno cuando se ha perdido la espontaneidad y la confianza. Detalla De Ycaza: “Si ante la otra persona tiene que cuidar lo que dice y cómo lo expresa, porque tiene miedo de su reacción, ha llegado el momento de hablar. El amor es dejarse ser uno mismo, sin temer el castigo. Cuando no hay respeto, el cambio puede ser una manera de poner límites sanos, de velar por usted”.

La terapeuta usa la figura de un barco anclado en el muelle. “Usted está al timón, tiene el motor encendido, anuncia que se va, pero no desamarra el cabo ni leva el ancla”. Eso genera un desgaste que, si se mantiene por mucho tiempo, causa una alteración en el carácter o en la salud física y mental.

Abrirse implica buscar una dirección. “Si me suelto de aquí, hacia dónde voy. Todo sucede cuando uno tiene la atención dirigida hacia algo. De lo contrario, no se pueden ver las señales”.

Para quienes tienen claro que quieren cambiar, pero sienten miedo del proceso de adaptación, de lo que les espera hasta estabilizarse, De Ycaza dice que no importa si es a una ‘casa a medio hacer’, pues una vez allí, construir será inevitable. Y pensar que ese camino no tiene que conducir necesariamente a un estado de exaltación, sino de contentamiento y de sentido.

Desarrolle un carácter flexible

Haga silencio para escucharse. Esto no es hacer repetición de pensamientos y emociones negativas, sino estar en calma. Y con esa actitud, escuchar al otro. “Lo que yo no me doy, imposible que se lo dé a los demás”, establece De Ycaza.

Aprenda a preguntar. Dé una oportunidad al otro de hablar de sus sentimientos y emociones. “Si no me abro a su pensamiento, no habrá solución para algo que involucra a ambos”. Escuchar no es pensar en la réplica mientras el otro habla. “Es permitir que se exprese y me conmueva. Quitarse la coraza de la propia visión”.

Acepte sus limitaciones. Busque un acompañamiento terapéutico para comprender el origen de la incapacidad de ver o sentir las cosas de otra manera. Esta invariabilidad es, a menudo, producto de temores ocultos.

Considere las limitaciones de los demás. De Ycaza sugiere invitar incluso a los niños a participar de los procesos de cambio, de manera que ellos tengan la esperanza de ir hacia algo agradable y bueno, y se eduquen en una actitud positiva ante las innovaciones, incluso cuando conlleven un salto al vacío.

No quiera tener el control todo el tiempo. El cambio es, en esencia, una pérdida de control sobre la vida. Es, evoca De Ycaza, un fluir, y eso significa aceptar que a veces se es río y a veces riachuelo, y que eventualmente se llegará al mar. “El perfeccionismo nos encuadra y nos limita demasiado, como en un cuarto cerrado. El cambio implica abrir la puerta y ver el exterior. Y si queremos regresar al cuarto, está bien, pero libres, por propia decisión”.

Cumpla sus propósitos 2016

Plan o intención: Quien quiere alimentarse saludablemente tiene una buena intención. Quien se propone pedir ensalada en el restaurante tiene un plan.

Querer o deber: Cuál es la motivación. “Debería, podría y me gustaría” no funcionan. Siempre es más efectivo el “quiero”.

Secreto y público: Cuando los objetivos se hacen públicos, se asume mayor responsabilidad. Se puede pedir apoyo al círculo íntimo para la concreción de los planes.

De a poco o todo junto: No fijarse grandes propósitos a la vez, sino pequeños objetivos. Si quiere dejar de fumar, no se proponga más que eso, que ya es bastante.

Desafío y éxito: Adecuar el desafío a las capacidades actuales. Si nunca salió a correr, no se ponga como objetivo correr una maratón, sino una vuelta al parque.

Ahora o nunca: Que se haya visto tentado por las papas fritas no significa que debe renunciar a todos sus objetivos. Un fracaso no es motivo para dejar de lado todo el plan.

Solo o acompañado: Tener un compañero permite elogiarse y motivarse mutuamente. Sin embargo, que el otro esté enfermo o de viaje no es excusa para rendirse. Es un aliciente, no una condición. (F)

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