(Artículo publicado originalmente en La Revista el 20 de enero del 2013)

Existen muchas situaciones que pueden poner nervioso a alguien: un susto, una mentira, un asalto, un engaño, un temor o ser inseguro de sí mismo. Pero solo el individuo puede determinar qué lo genera en él.

La psicóloga clínica Susana Torres de Rumbea piensa que el nerviosismo depende de la personalidad y de los trastornos que se tengan. Algunas personas lo sienten, por ejemplo, al enfrentarse a situaciones nuevas que se van forzando y reforzando durante toda la vida. “Desde el desarrollo infantil, basándose en la teoría del aprendizaje, el niño va acumulando experiencias negativas de miedos, temores y rechazos”.

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La sociedad también influye. Muchas veces los nerviosos experimentan rechazos o son etiquetados con palabras desdeñosas o con apodos groseros. Incluso, la escasa habilidad social, la angustia ante contactos sociales o los prejuicios los llevan a pensar negativamente.

Asimismo, agrega, los temores no resueltos como miedo a la oscuridad, a las alturas o a sitios cerrados contribuyen a que la persona se sienta incapaz de aceptar retos y de evaluar la realidad con equilibrio y serenidad.

La psicóloga clínica Toyi de Jácome asegura que todo ser humano se puede poner nervioso, pero la diferencia está en que algunos lo son más que otros, porque no tienen un buen control emocional.

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“Un estado normal de nervios pone alerta a las personas como, por ejemplo, estar frente a una entrevista de trabajo. En cambio, la ansiedad no saludable trae exagerada preocupación sin motivo y en el cuerpo se produce una reacción. La glándula adrenal libera adrenalina y prepara al organismo a una situación. Pero cuando no es liberada se deja una desagradable sensación que se interpreta como miedo”.

Torres de Rumbea coincide con Jácome en que sentir nervios en situaciones especiales es normal. Sin embargo, quienes se sienten muy nerviosos con regularidad deberían ir enfrentando la situación que lo provoca para que vayan perdiendo el temor y así resolver los conflictos.

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Con ayuda profesional crecerán sus fortalezas para controlar y guiar su nerviosismo, que puede estar acompañado de fuertes palpitaciones, sudor en las manos, lenguaje lento y a veces con tartamudez, palidez, enrojecimiento en el rostro y falta de aire, entre otras.

Exageran los estímulos

Las personas muy nerviosas, dice la psicóloga, son negativas. Siempre están a la expectativa de que algo malo va a suceder y esto las llena de ansiedad e inseguridad. También padecen alteraciones en el comer y dormir, disminución de calidad en su trabajo, aislamiento gradual de las personas, ruptura de relaciones familiares. Incluso, comportamiento agresivo, impulsivo o de extrema timidez.

“Ante toda situación actúan en forma no adecuada, ya que exageran los estímulos. En el hogar, generalmente, gritan y se enfrentan con los miembros de la familia, quienes poco a poco se van alejando de ellas”.

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¿Pero por qué ocurre esto?

El psicólogo clínico Enrico Bonfanti Habze dice que los nerviosos tienen reacciones corporales y mentales alteradas de acuerdo con los estímulos que le producen temor. Algunas pueden ser ansiedad, angustia o pánico, que a su vez desencadenan alteraciones corporales como sudoración, agitación, opresión en el pecho, agitación cardiaca, pensamientos descontrolados, entre otros.

Muchas de las personas propensas a alteraciones nerviosas o muy sensibles, agrega, tienen componentes genéticos y hereditarios muy marcados en su constitución corporal. Otras aprenden a reaccionar nerviosamente por observación temprana en la infancia de los temores de otros. Y en otros casos, por eventos traumáticos, el individuo queda sensible a ciertas circunstancias mostrando signos de ansiedad o angustia.

La peor consecuencia de ser muy nervioso, dice Bonfanti, es sentirse limitado en la vida. Comúnmente huye de situaciones que no puede manejar y que en realidad son autolimitaciones. “Es muy desagradable para las personas nerviosas ver que otras hacen actividades que quisieran hacer y sienten que no pueden por miedo o vergüenza”.

Asimismo, los nerviosos piensan que no pueden lograr sus objetivos en la vida. Pero Bonfanti cree que todos tienen capacidades ilimitadas para lograrlos. Así se tenga una discapacidad, todos pueden alcanzarlos. Ciertas veces, dice, se puede sentir que no es posible, pero con esfuerzo y constancia lo es. Pero si las limitaciones emocionales o nerviosismo sobrepasan su capacidad de control, se debe acudir a un profesional para superarlas.

El trabajo adecuado

Una persona muy nerviosa que presenta algún trastorno de ansiedad, fobias o miedos, agrega Bonfanti, debería trabajar en oficios que le permitan sentirse segura de sí misma y de lo que hace, y evitar aquellos que la expongan a altos riesgos, tanto físicos como emocionales.

Generalmente, dice Torres de Rumbea, le resulta difícil encontrar un empleo y cuando ya lo tiene espera que en algún momento sea despedida, porque no se atreve a pedir cambios necesarios y peor un aumento de sueldo. Incluso tiene temor de que sus compañeros no la acepten y la critiquen.

Aun en la calle, dice, están muy atentas a no caerse, a chocar al caminar y si conducen un carro, manejan muy lento o muy rápido, porque piensan que hay peligro en todo. “El nerviosismo no les permite vivir con el mínimo de tranquilidad, por eso es necesario que acudan a un especialista, porque tanta exageración puede ser el síntoma de alguna enfermedad mental”. (S.M.de.C).

Superar el nerviosismo

Toyi de Jácome indica varios consejos para superar el nerviosismo.

  • Disfrute de algo que le haga sentir bien. Escuche música que lo relaje, descargue videos graciosos de Youtube.
  • Lea algo que le inspire.
  • Rodéese de amigos que tengan un buen sentido de humor y que puedan contar algunos chistes que le ayudarán a mejorar su ansiedad y estrés.
  • Realice ejercicios aeróbicos, suba y baje las escaleras.
  • Si su nerviosismo tiene que ver con la falta de confianza en sí mismo asista a cursos que le ayuden a afirmarse como persona, y aprenda a través de esta capacitación métodos y técnicas que le harán sentirse más seguro de sí mismo.
  • Adopte algún método de terapia alternativa, ejercicios respiratorios, masajes, vaya a un spa, nade, haga yoga, meditación para liberar el estrés y la ansiedad, que son síntomas que tienen que ver con los nervios.
  • Adopte una nueva actitud con relación al estilo de vida anterior y cambie sus hábitos viejos por nuevos.
  • Duerma las ocho horas necesarias.