¿Puede una madre ser ‘mala’?

05 de Octubre de 2014
Dra. Evelyn Brachetti | Especial para La Revista

Las secuelas de vivir con una madre con trastorno de personalidad límite o borderline (TPL).

Jaime es el mayor de dos hermanos. Siendo adulto y teniendo su propia familia, aún tiene muchas heridas emocionales producto de una vida compartida con su madre que tiene un trastorno de personalidad límite. 

Algunos buscan terapia para comprenderse y ayudarse a salir del “Mundo Límite” en el que vivieron desde pequeños. Muchos se sienten fragmentados, confundidos y deprimidos.

Traen a la consulta partes desintegradas de información, enredada con sentimientos de culpa.

Como lo afirma Chistine Lawson en el libro Understanding the Borderline Mother: “sin intervención terapéutica la relación intensa, impredecible y volátil entre la madre con TPL y sus hijos puede tener consecuencias devastadoras”.

¿Qué es el Trastorno de Personalidad Límite (TPL)?

Es una alteración psiquiátrica severa que se caracteriza por momentos de impulsividad y crisis emocionales irracionales que bordean entre la neurosis y la psicosis, particularmente, cuando se enfrentan a abandono o rechazo. En nuestro medio no hay estadísticas de su prevalencia, pero en Estados Unidos se calcula que afecta aproximadamente a 6 millones de personas. Muchas veces se confunde o coexiste con la bipolaridad.

¿Cuál puede ser la causa?

Se genera una personalidad límite cuando se vive en ambientes tóxicos emocionalmente. Se consideran tóxicos cuando hay abuso parental, negligencia emocional, denigración crónica.

Cuando se pasa por la pérdida de un padre o madre por muerte o divorcio traumático, o se experimenta abuso físico, emocional o sexual y el entorno trivializa la situación, o castiga o abandona a la víctima, quedan solos con su dolor, algunos reprimen los sentimientos formando un volcán subterráneo, una negra oscuridad que reaparece en las crisis.

En su vida adulta, toman posturas de “huerfanitas desprotegidas”, “ermitañas asustadas”, “reinas mandonas” o “brujas vengativas”. Ser hijo de una madre con un desequilibrio profundo de personalidad es una experiencia con huellas imborrables.

¿Cuáles son las conductas características de una madre con TPL?

A pesar de que pueden funcionar extraordinariamente bien en otros roles, ser madre es un rol atemorizante para una mujer con personalidad límite. Ser hijo de una madre con TPL no es una experiencia fácil de la que se puede salir sin lastimaduras.

En público la madre con TPL tiene una fachada de normalidad. Su competencia en el trabajo hace que otros piensen que es igualmente competente en otros roles. Cuando se queja de sus hijos, otros creen que tiene razón e invalidan lo que realmente puede estar pasando. Algunos chicos pasan momentos de infierno sin tener, muchas veces, alguien que los rescate.

Los hijos de madres con TPL comienzan sus vidas con un apego inestable. Van desarrollando antenas hipervigilantes pendientes de los cambios bruscos o “giros” de sus madres. Con frecuencia la madre con TPL hace un “giro”. El giro es un ataque sorpresivo, con un abrupto retiro de amor y afecto, acompañado de palabras groseras, duras y punzantes. De su boca fluyen mensajes como: “yo hubiera estado mejor sin ti”, “lárgate de mi vista”. El giro puede venir por celos, desobediencia, o por querer ser independiente. Los hijos pueden sentir ansiedad crónica por lo imprevisibles, denigradoras, dependientes o rabiosas en que pueden convertirse.

¿Qué repercusiones puede tener en los hijos?

Para lograr su aprobación se vuelven demasiado buenos, obedientes, dependientes pero no felices. Van llenando sus expectativas irrealistas tratando de hacer todo perfecto, sintiendo que no valen nada si cometen un error. Pueden pasar sus vidas balanceándose al borde del desastre, temerosos de separarse porque ella vive la independización como traición. Una madre con TPL puede dividir a sus hijos en “el todo bueno” o el “todo malo”. Al hijo todo bueno lo convierte en padre y depende de él. El “todo malo” puede ser denigrado, rechazado y objeto de su ira. Este puede volverse oposicional, agresivo, depresivo o violento.

La mezcla de cambios drásticos de ánimo, conductas autodestructivas, distorsiones paranoicas, rumiaciones obsesivas, marcan una fina línea entre sanidad, enfermedad y locura. Cualquiera que ha sido testigo de un episodio psicótico, aunque sea momentáneo, lo va a recordar, más aún si es niño. Su apariencia revela el cambio de su estado mental: pupilas dilatadas, sentimientos y verbalizaciones de rabia, emociones irracionales y abusadoras. El niño pequeño puede creer que es normal. No entiende aún que no es común que las madres actúen así.

De pequeños pueden no caer en cuenta que solo su madre es así, se adaptan a sus sobrerreacciones, su desorganización con la comida y las necesidades básicas, su falta de disponibilidad, etc. Pero a medida de que crecen van comprendiendo que su madre no es del todo normal. Madres normales duermen de noche y están despiertas de día. No farrean, toman demasiado, o amenazan con autodestruirse. No encargan al hijo a cualquiera cuando tienen un programa atractivo.

Rudas, celosas, irritables, arrogantes, con problemas para perdonar, enfrentan divorcios con extrema irracionalidad, usando a los hijos como objetos para manipular, obtener dinero o castigar, sin importar lo que sienten. Al llegar a adultos, la relación entre la madre con TPL puede ser tan tóxica e invivible, que para preservar su salud mental, prefieran no estar muy cerca de ella.

¿Cómo un hijo puede hacerle frente a una madre con TPL o “mala”? Coméntenos

Síntesis

Solamente un tratamiento sostenido a largo plazo puede ayudar a la madre con TPL a reducir sus conductas irracionales y tóxicas para con sus hijos, así como las autodestructivas. Sin tratamiento, la madre con TPL y sus hijos pueden ahogarse juntos.

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