Cáncer en la mira

03 de Mayo de 2015
Jane E. Brody (The New York Times)

Nuevos estudios clínicos han demostrado que algunos pacientes podrían mejorar su condición. Los avances en tratamientos contra esta enfermedad no se han estancado.

En 1947, los niños que padecían leucemia linfocítica aguda morían. El Dr. Sidney Farber, patólogo en el Hospital Infantil de Boston, estaba tan consternado haciendo autopsias a estos niños que se mudó a la clínica y, en contra del consejo de colegas más conservadores, empezó a atender niños con aminopterina, fármaco altamente tóxico que mató sus cancerosos glóbulos blancos, privándolos de cruciales nutrientes.

Milagrosamente, para muchos, la enfermedad entró en remisión, solo para surgir de nuevo después de unos meses. Sin embargo, el último intento de Farber por salvar a estos niños marcó el comienzo de una era de progreso notable a final de cuentas: décadas de estudios clínicos de tratamientos progresivamente más complejos que, actualmente, curan a casi 90 por ciento de los niños con leucemia.

Olivia Blair de Baltimore, quien cumplirá tres años, está demostrando los beneficios de este progreso. Después de que le diagnosticaran leucemia linfocítica aguda de células T cuando tenía 17 meses de edad, ha soportado más de un año de tratamiento en el Centro Integral del Cáncer de Johns Hopkins Kimmel con alrededor de 15 fármacos y radiación al cerebro y columna vertebral.

Debido a que su enfermedad fue indetectable algunos meses después, ella ahora está en un estudio de un fármaco experimental para ayudarle a mantener la remisión, en tanto ya casi volvió a una infancia normal: una pequeña que juega con otros niños, va al centro de cuidado diurno y acompaña a su madre a la tienda de abarrotes.

El tortuoso camino al tipo de tratamientos que actualmente salvan a más de la mitad de todos los pacientes con cáncer es descrito gráficamente en una serie de seis horas de duración: Cáncer: El emperador de todas las enfermedades, producido por Ken Burns.

La serie se basa en un libro ganador del premio Pulitzer, El emperador de todos los padecimientos: Biografía del cáncer, escrito por un oncólogo estadounidense nacido en India, Dr. Siddhartha Mukherjee, quien suministra reveladores comentarios a lo largo de la serie. “El resultado en menores es tan pasmoso debido a que de 80 a 90 por ciento de los pacientes jóvenes participan en estudios clínicos”, dijo Mukherjee, de la Universidad de Columbia.

Si bien son la columna vertebral de los tratamientos actuales que tienen éxito contra el cáncer, los estudios clínicos son poco comprendidos por la población general. Quienes participan en ellos son asignados al azar para recibir el innovador tratamiento que se estudia o la norma vigente de cuidado. A través de ese tipo de estudios por ejemplo, mastectomías radicales con alto grado de desfiguración para el cáncer de mama han cedido el paso a simples mastectomías o lumpectomías, seguido típicamente de radiación y quimioterapia, con menos trauma e índices de supervivencia mucho mejores.

Incluso el cáncer metastásico que se ha extendido ahora cede a veces a tratamientos que se están probando en estudios clínicos. Doug Rogers de Lexington, Carolina del Norte, tenía 58 años en el 2011 cuando se le descubrió un melanoma que, pese a la mejor quimioterapia disponible, se ha extendido a lo largo de toda su pierna y adyacentes nódulos linfáticos. Después, acudió al Centro Nacional del Cáncer, donde el Dr. Steven Rosenberg y sus colegas están probando un remedio inmunológico en el que se cosechan las propias células T del paciente que combaten el cáncer, desarrolladas en un laboratorio hasta miles de millones de efectivos y después, devueltas al paciente.

Rogers dijo que escaneos repetidos no habían demostrado proliferación de su cáncer y que él había “regresado a hacer la mayoría de las cosas que puede hacer un hombre de 62 años de edad”.

La SEC (cancer.org/clinicaltrials) tiene un servicio de estudios clínicos para emparejamiento que tampoco tiene costo y puede ayudar en la localización de los estudios más apropiados para las circunstancias médicas y personales del paciente. Además, el Instituto Nacional del Cáncer de EE.UU. ofrece descripciones actualizadas de más de 12.000 estudios que aceptan participantes, así como recientes resultados de estudios por tipo de cáncer, los costos involucrados y preguntas a formular sobre la participación. El instituto también tiene una guía para encontrar un estudio de cáncer.

El mejor momento para explorar dicha participación en un estudio clínico a menudo es justo después de un diagnóstico de cáncer y antes de recibir tratamiento alguno. Algunos estudios no aceptan a pacientes que hayan recibido tratamiento, en tanto otras veces, la mejor oportunidad de éxito yace en recibir primero el tratamiento más efectivo. Sin embargo, existen también estudios para pacientes que ya recibieron tratamiento en otras partes sin éxito alguno.

Mukherjee recomienda preguntar sobre el objetivo del estudio. ¿Es para probar la seguridad o eficacia de un tratamiento? ¿Por qué se está llevando a cabo el estudio? ¿Cuáles fueron, en primer lugar, los datos que condujeron al estudio?

La Dra. Wendy Schlessel Harpham de Dallas, cuyo linfoma no Hodgkin fue diagnosticado en 1990, actualmente es una autora muy productiva y oradora porque participó en los primeros estudios del rituximab, anticuerpo monoclonal. A pesar de quimioterapia intensiva y radiación, su enfermedad resurgió y, sin ninguna otra opción buena, ella entró a tres estudios sucesivos que probaron el rituximab, primero con fines de seguridad y, después, de efectividad.

Ella tuvo recurrencias ulteriores, todas atendidas con rituximab, que fue aprobado en 1997. Con la última vez que resurgió en el 2007, ella goza actualmente de su remisión más larga y da el crédito a los estudios clínicos por permitirle ver crecer a sus tres hijos. (I)

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